Cuando Martin Cooper inventó el teléfono celular hace 35 años imaginó un mundo en el que la gente estaría tan atada a las conexiones inalámbricas que caminarían con dispositivos incrustados a sus cuerpos.
En alrededor de 15 a 20 años, Cooper espera que la gente haya incorporado los dispositivos inalámbricos en sus cuerpos para ayudar a diagnosticar y a curar enfermedades.
“Sólo imagina cómo sería el mundo si pudiéramos medir las características de un cuerpo enfermo y transmitirlas directamente a un doctor o a una computadora”.
La incrustación de dispositivos móviles también podría ayudar a la solución problemas de consumo de electricidad en teléfonos, que ha avanzado mucho en las últimas tres décadas, pero todavía es una frustración dado que los dispositivos más complejos exigen más energía.